miércoles, 11 de mayo de 2011

Un instante de peligro.

Y solo duró un instante. La concentración me había encerrado en una burbuja vacía, aislado del resto del mundo, aislado de la música, de los pasos ajenos, del sonido de movimiento de la silla, aislado de todo menos de mi libro abierto por esa temida página de ejercicios de los cuales me he de examinar. Y de repente, sin saber porque ni quien, el sonido de alguien acechándome por mi espalda aumentaba. No era nadie. Tal vez era agua golpeando mi ventana. No era agua. El estruendo seguía una escala creciente. Mi rápida mirada quedó fijada en la puerta, la cual se tambaleaba a la vez que yo perdía el control, el equilibrio. Las paredes rugían alertando el peligro. Y la causa del movimiento vino a mi mente. Fue entonces cuando el terremoto cesó... Solo duró un instante.

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